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Cosas de jugadores

by Joan Tretze on mayo 21, 2006 at 15:23
Posted In: Cajón D-Sastre

Ha pasado demasiado tiempo de la última aportación al blog, 2 viajes (estupendos por otra parte) y una preocupante falta de tiempo libre son los culpables de esta situación, pero vamos, seguimos en la brecha, corto el rollo y vamos al meollo de la cuestión.

En la relación máster-jugador es importante conocer a tus jugadores. Porque aunque es cierto eso de que el máster debe ser ecuánime y justo en cualquier situación y ante cualquier jugador (o al menos intentarlo, obviamente lograrlo o no es otra cosa) también es cierto que no se nos puede tratar a todos por igual cuando es evidente que no todos somos iguales, eso es comunismo (parafraseando otro gran gag de los Simpsons).

Este artículo (y si se tercia alguno más que vendría en un futuro) versará sobre como manejar a ciertos jugadores. Para variar haré una lista de estereotipos (¿cuantas listas llevamos ya?) en función de uno u otro tipo de jugador. A menudo nos encontraremos con una mezcla de varias cosas (un fullero sanguinario, por ejemplo), pero para hacernos una idea ya nos vale. Si total, esto es para pasar el rato.

El tímido

Este es un tipo de jugador habitual, especialmente los novatos destacan por esto mismo. El tímido es aquel jugador que parece que ni esté (y eso no quiere decir que sea tímido en todas circunstancias de la vida, me refiero a la mesa de juego). Se sienta en la mesa y más que en un actor se convierte en un espectador, dice pocas cosas, participa poco, y raramente toma la iniciativa ni responsabilidades. Algunos disfrutan de este papel secundario, otros se aburren y acaban dejando de jugar, en cualquier caso el máster debe intentar sacarlo de este segundo plano.

¿Cómo dirigirle?

Pues haciéndole partícipe de la acción, preguntándole lo que quiere hacer su PJ, haciendo que los PNJs se dirijan a él a menudo, y creando una vorágine de hechos a su alrededor a los que le resulte difícil permanecer impasible. Si un jugador tímido ve que el mundo se gira en su contra posiblemente salga de su ensimismamiento para defender sus intereses (comprobado), empezará a ver los beneficios de implicarse, y con el tiempo dejará de ser tímido, o al menos no tanto como en un principio.


El prota

El caso inverso al anteriormente planteado, aquel que quiere acaparar toda la atención posible. No sería un problema si no fuera que cuando hablamos de rol hablamos de una actividad en grupo y si el protagonismo recae de forma excesiva en un solo personaje puede resultar perjudicial para los demás jugadores. Ninguna partida de rol debería tener un único protagonista, ésta es una responsabilidad que debería ser compartida y eso es lo que debemos intentar conseguir, si uno quiere y puede destacar, que lo haga, pero sin anular a los demás.

¿Cómo dirigirle?

Por norma general esta gente suele jugar bastante bien, pero deben compartir sus iniciativas con el resto, nunca le diremos que se calle ni nada por el estilo, si uno quiere sobresalir y lo logra está en su derecho. Pero a modo de compensación se debería intentar que todos los demás también sean partícipes de sus éxitos y sus progresos. En lugar de tener al “prota” a raya mejor aplicar discriminación positiva con los demás jugadores (esto no quiere decir hacer tesoros para los demás ni nada semejante, simplemente se trata de darles un poco de bola para equilibrar las cosas, cosas como hacer aparecer PNJs íntimamente relacionados con los jugadores que están en segundo plano suelen ir bastante bien).


El fullero

Este es de los más jodidos, los tramposos, que haberlos haylos. Esos tíos que falsean tiradas, que pasan su ficha a limpio, y otras jodiendas que mejor dejamos en mano de nuestro especialista en puterío, Detritus. Son un auténtico coñazo y un peligro en las mesas.

¿Cómo dirigirle?

Sinceramente, ningún tramposo debería estar en la mesa, la mejor opción es echarle, el máster no debe ser ningún policía y si la partida no transcurre en un clima de buen rollo y confianza pues como que no vale mucho la pena jugar, aún así hay sistemas para controlarlos. No permitir tiradas sin que se pidan y tener un buen control de las fichas debería ser suficiente (yo lo primero siempre lo hago, por simple cuestión de orden, y lo segundo porque me gusta). Aún así, lo dicho, mejor tenerlo fuera, si alguien supedita el éxito de su personaje a las trampas que pueda hacer o dejar de hacer por mí ya se puede ir a tomar viento.

El reglista

Vale, vale… Este es uno de los más analizados y comentados a lo largo de la historia, algunos les llaman munchkin, power-gamers, culoduros, etc., con diferentes matices en función de que se use un término u otro. . Pero en resumidas cuentas queremos hablar de gente que estruja el reglamento hasta las últimas consecuencias en beneficio propio y de su PJ. Les das un manual y te sacan un zumo.

¿Cómo dirigirle?

Cambiar de reglamento les rompe los esquemas, pero esta gente se aprende el reglamento que haga falta, o se va por los foros preguntado como “optimizar” su PJ que viene a ser lo mismo. Un momento clave para pararles los pies es cuando crea a su PJ, en mi caso simplemente prohíbo cualquier cosa que me parezca una tergiversación de las reglas, y me da igual lo que ponga el libro, si me parece un abuso digo que no y tan campante. Ojo, eso no quiere decir que se tenga que hacer un PJ débil o incompetente, no, simplemente se debe hacer un PJ sólido, creíble… Y estrujar las reglas suele ser de todo menos creíble. Luego también hay que tenerlos a raya en la mesa… Ahí básicamente hay que tener autoridad, el reglista conoce multitud de trucos y recursos que le favorecen. A veces tiene razón, para que engañarnos, y está bien aplicar alguna regla escondida u olvidada, pero otras… Cuando un reglista empiece a buscarle tres pies al gato puedes hacer lo mismo en su contra, pero aún resultando estimulante semejante duelo mejor no caer en ello porque sería entrar en su juego. Lo mejor es pararse, coger aire, y explicar que jugar a rol no va de eso a no ser que deseemos acabar en una vorágine de reglismo que no tenga fin.

Otra cosa son los grupos en que éste es el estilo de jugar, con mucha estrategia partiendo de un exhaustivo conocimiento del reglamento por parte de todos los jugadores, entonces ni entro ni salgo, puede ser divertido, pero me repatea bastante que un jugador con un buen conocimiento de las reglas tenga mayores posibilidades que un buen jugador que simplemente no conoce el reglamento, o todos o ninguno, el reglamento es un medio, no un objetivo.


El sanguinario

Otro clásico… Este tipos de jugadores son de lo más comentado, los reconoceréis por el reguero de sangre que dejan a su paso, para ellos la distancia más corta entre dos puntos es la masacre. Se sientan a la mesa para luchar, y no pararán hasta que lo consigan. Ante todo decir que no tengo nada en contra este tipo de jugadores, es más, me gustan porque incluso resultan divertidos, pero uno por grupo, si el grupo entero es sanguinario la cosa se vuelve tediosa, pero un sanguinario aislado en un grupo equilibrado es muy divertido de dirigir, le da un contrapunto interesante al tema.

¿Cómo dirigirle?

Así pues, partiendo de que la violencia sin ton ni son es aburrida (al menos para mí) simplemente es cuestión de no ponerla de por sí, en un mundo de juego sólido el jugador sanguinario saldrá muy perjudicado si su único camino es el de matar por matar. Recuerdo que cuando cambié de registro en mis partidas un jugador de este tipo se encontró en un principio muy desubicado, al cabo de tres horas de juego sin un puñetero combate se metió en una bar, y se lió a tortas porque creía que a la partida le hacía falta algo, vamos, el desparrame fue general (no salíamos de nuestro asombro), con el tiempo sus PJs seguían por el mismo camino pero acababan encontrando su sitio, ya no eran matanzas sin sentido, pasó de PJs sanguinarios a PJs rudos, muy violentos, pero toda su violencia siempre estaba motivada por algo, y aunque pueda precipitarse resulta realmente divertido convivir con un PJ de ese tipo.

Resumiendo, el máster debería limitarse a ser consecuente, no puedes ir matando a la gente sin que nadie repare en ello, incluso en mundos salvajes un asesino es un asesino, y su cabeza tendrá un precio, el problema de los PJs sanguinarios es que a menudo no sufren ninguna consecuencia de sus actos porque el máster no se lo tiene en cuenta, tan simple como mostrárselo para que en poco tiempo, y dentro de unos límites, el jugador acabe actuando de forma consistente.


El monotema

Tigre blanco me ha hecho caer en la cuenta de estos jugadores, aquellos que partida tras partida interpretan a un mismo personaje, sin vergüenza alguna. Personalmente es algo que me trae sin cuidado, aunque es una lástima el no aprovechar las posibilidades que el rol nos ofrece lo cierto es que si jugamos es para pasarlo bien, y si a uno le divierte ser un mago una vez tras otra no seré yo quien se lo impida.

¿Cómo dirigirle?

Hay opciones para que un monotema se salga de su perfil habitual. Cosas como las fichas prefabricadas, o que el tipo de personaje se decida al azar suele ser suficiente (esto último lo llevé a la práctica con bastante éxito durante una buena temporada). Aún así ellos son capaces de darle una vuelta de tuerca a su PJ para convertirlo en lo de siempre. Y siempre se les puede comentar la situación para que con el tiempo vayan corrigiendo esta actitud, pero lo dicho, a mí no me parece especialmente molesto y lo suelo tolerar, pero creo que es una lástima para el jugador, una lástima por todas esas cosas que se está perdiendo, por esos personajes interesantes que nunca interpretará ni conocerá, en pocas palabras, por desaprovechar las enormes posibilidades que un juego de rol te ofrece.

Bueno, corto el rollo aquí, y si parece necesario (espero propuestas) ya iré ampliando la lista. Este post pasaría a la categoría de “Pa pasar el rato” porque utilidad, más bien poca, jejeje… Si quisiera ponerme serio deberíamos hablar de algo mucho más importante, más allá de las sinergias de un jugador están las sinergias de un grupo (máster inclusive), sin duda éste debe ser un tema para el futuro.

Nos leemos.

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This is the end

by Joan Tretze on abril 15, 2006 at 14:57
Posted In: Máster y 13

Toda campaña debe tener un día D, el día del desembarco, el día en que se desencadenan los demonios, el día en que Goku suelta el pepinazo definitivo para el que lleva preparándose en 33 capítulos de sopor, el día en que… Vamos, el día en que todo se desmorona definitivamente, o en el que los héroes por fin demuestran porque lo son, el puto final de la partida. Hagamos pues de este día algo memorable.

Como todo está relacionado con todo resulta que, para variar, esto es algo de lo que he ido hablando más o menos directamente en otros artículos, pero que esta vez trataré de forma exclusiva y específica (también para variar, hago posts tan largos que hago metiendo baza en todos los temas y luego es cuando toca especificar).

Un fin de campaña nunca debe ser algo que se haga de un día para otro, debe ser algo que se lleva preparando durante semanas (aunque luego salga cómo salga). Así pues podemos esperar mucho más que un combate final contra el malo maloso al que hay que derrotar.

Obviamente cada juego tiene su estilo, y lo que es bueno para uno puede no serlo para otro. Juegos como D&D o Rolemaster suelen buscar su culminación en un combate (aunque no necesariamente), mientras que Paranoia remata sus partidas con ascensos, excusas y ejecuciones varias (más de lo segundo y tercero que de lo primero), y en un juego de estilo Cyberpunk el final estaría algo más abierto en función de el tipo de trama de la que hablamos según la cual podría convenir una cosa u otra (ensalada de tiros, barrios en llamas, búsqueda de un refugio, o todo eso a la vez). Vamos, que para gustos colores, y para estilos, juegos.

Tal y como lo veo y lo planteo, el final de una campaña se puede idear antes de empezar la misma, y todo lo que suceda desde el día en que arranque la aventura hasta el momento culminante debe influir en el resultado final, si es necesario cambiando absolutamente la idea previa (vamos, tenemos una idea en mente, y a medida que se desarrollan los hechos esta se va matizando, ampliando, y modificando de acuerdo con las acciones de los PJs).

No basta con decir, la aventura va de liberar a la Selva Caburra de la influencia del perverso Lord Enador y convertir la trama en una ruta entre A (Salida) y B (Lord Enador) haciendo que el camino de A a B sea una aventura culminada con el combate provocado por la llegada a B. Estamos de acuerdo de que de darse este caso hablaríamos de algo tan pobre como habitual (incluso en módulos oficiales, que manda huevos la cosa, pagar para según qué).

Así pues queremos que nuestro final sea algo más que un enfrentamiento de habilidades y tiradas, eso es vulgar, necesitamos darle caña al tema…. ¿cómo mejoramos el conjunto?

Uno de los clásicos recursos es guardarse un as en la manga para este último momento.
- Luke, soy tu padre.

- ¿Y ahora lo dices jodío?

Vamos, algo que marque, porque no se trata solo de derrotar el malo, o llevar un objeto a su destino, o… Demos un aliciente, que el objeto que se lleve no sea realmente lo que parezca, que el malo sea distinto a lo imaginado, hay que lograr algún tipo de sorpresa, sea como sea. La intensidad del combate y la recompensa son cosas bonitas, pero insuficientes si no hay más que lo que a simple vista ya se ve, las situaciones complejas y poliédricas resultan mucho más satisfactorias a la hora de jugarlas. Es mejor hablar de una partida haciendo referencia a las decisiones y a los acontecimientos acaecidos que apelando a cosas como “menuda tirada pegué ahí, joer, en toda la jeta”, siendo ambas situaciones bastante divertidas la primera es algo que se puede preparar mientras lo segundo es simple y puro azar, lo primero debemos incentivarlo, lo segundo viene solo.

Pero no me voy más por las ramas, como iba diciendo toda la campaña debe justificar el final, no se debe acudir al rescate del mundo por inercia, hay que trabajar para que los jugadores realmente deseen resolver el problema, culminar su aventura, motivar a los PJs para este enfrentamiento final, que huelan que va a pasar algo gordo sin que realmente sepan lo que pueda pasar, en definitiva, tensionar el ambiente hasta el extremo. Y esto es algo factible a poco que te pongas con ello, simplemente pasa que a veces nos puede la desidia y no le damos la profundidad necesaria pero hacer que vayan de A a B poniendo escollos de por medio debe ser un proceso meditado, la gran mayoría de cosas que se hagan antes del final deberían mejorar ese mismo final, hay que mirar siempre la campaña en un conjunto, y no solo sesión a sesión.

Grupo de aventureros delante de el típico soldado al que acaban de pelar.
- Dios mío, ¿que lleva este soldado? un pergamino con un acceso secreto a la Fortaleza de Lord Enador.

(da igual que luego solo sea una trampa, de hecho es recomendable que así sea, jejeje; lo importante es meter un elemento que no se va a usar hasta dentro de unas cuantas sesiones).

En resumen, aprender detalles sobre tu objetivo, conocerlo, sufrirlo, esto hará que los deseos de los PJs de solucionar el embrollo sean más consistentes, y en consecuencia mejoraran la culminación de la aventura.

Un ejemplo, en una partida de ciencia ficción, partiendo de una idea sencilla.

Los jugadores son un grupo de mercenarios espaciales procedentes del Sistema Estelar X-13, planeta Spa-Ragooh. Tan buen punto empieza la aventura su nave, el Palomo Centenario, es robada. La campaña consiste en recuperar el Palomo.

Durante la campaña los jugadores pueden descubrir varias cosas, que alguien está realizando saqueos con su nave, que la Policía interestelar los culpa a ellos de dichos saqueos (al fin y al cabo son los dueños de la nave), y se generarán nuevos problemas por esta situación. Esto incrementa el nivel de enfrentamiento y animadversión de los PJs con su enemigo (alguien les está jodiendo vivos), motivándoles aún más para lograr su objetivo (lo que comentaba de hacer del final algo apetecible, más allá del lógico incremento de habilidades del PJ, que suele ser el gancho universal). Después de mucho investigar se enteran de que su enemigo es el vil Peachokah-Brohn, quien esconde la nave en su base, en un asteroide cercano a Spa-Ragooh. Vale, ya tenemos un argumento, planteemos un desenlace.

Un desenlace tipo sería entrar en la base secreta, freírlos a todos y recuperar la nave, pero estábamos hablando de como darle más vidilla al tema añadiendo elementos sorpresa, algo de enjundia. Pero no olvidemos esta idea porque es muy muy habitual, para muchos el proceso de investigar + incursión + sajar resulta un argumento completo (“tiene investigación” dirán), pero a nosotros no nos vale, venga, a darle matices.

Peachokah-Brohn no es lo que piensan, eso es fácil de conseguir, basta con que sea el conocido de uno de ellos (¿Luke, te había dicho que soy tu puto padre?) o que tenga unos fines políticos ocultos, nada excepcional, dándole un poco al coco se puede mejorar. Puede ser también que descubran que en esa base alguien había dotado de IA a su Palomo Centenario, convirtiéndola en una nave distinta a la que conocían (mierda, ahora no solo tienen que recuperarla, deben convencerla o quizás desconectando la IA, o reprogramándola…). De paso podemos meter elementos desestabilizantes, justo en ese momento entra la policía interestelar, y no os quepa ninguna duda de que no verán gran diferencia entre los acólitos de Peachokah-Brohn y los PJs.

Añadiendo este tipo de elementos no es especialmente difícil lograr que el final goce de un interés extra, y esto es lo que defiendo, romper la linealidad, dar juego hasta el último momento, y forzar a los jugadores a tomar decisiones difíciles (unirse a Peachokah-Brohn, intentar domar al nuevo Palomo Centenario, colaborar con la policía interestelar que hasta ese momento los sigue y persigue, huir…). Definitivamente solo es añadir un plus a algo supuestamente típico para convertir ese día D en algo emocionante y divertido, y por encima de todo, inesperado. Dicho sea de paso comentar que muchas de estas cosas valen para todas las sesiones de juego, pero el final es lo que merece más cuidados, eso siempre.

Pensad en esas películas que en las que sabéis lo que pasará desde el minuto 5, y además va y aciertas, caca, podemos mejorarlo. En resumidas cuentas

  • Trabajar el final desde el principio.
  • Añadir el siempre necesario elemento sorpresa.
  • Evitar la linealidad (lo que hayan hecho los jugadores en las sesiones anteriores puede y debe influir en el clímax de la aventura).
  • Evitar finales obvios.
  • Dar juego hasta el último momento (que sigan tomando decisiones importantes hasta sus últimas consecuencias).

Superado este clímax podemos dar por concluida cualquier partida, aunque a mí siempre me gusta ir un poco más allá. Saber que será de los PJs, cómo enfocarán su vida… ¿Serán eternos fugitivos, o se armarán de valor y se dirigirán a la Policía Interestelar para explicar los motivos ocultos de Peachokah-Brohn? Vamos, comentar con los jugadores que es lo que desean que sus PJs hagan con sus vidas, eso puede abrir el abanico a futuras campañas, y al mismo tiempo da continuidad al setting eso de apreciar que hay material para seguir contando historias, para que la imaginación siga discurriendo, eso de saber que hay algo más allá de lo que se ve. Cuestión de simple profundidad. Pero vamos, al gusto del consumidor. Algunos prefieren el fin en la cúspide (bienvenido al mundo real), otros prefieren volver a la Comarca antes de dar carpetazo al asunto (total, nos lo merecemos), en el fondo es reflexionar el porque se hace de una forma u otra, tampoco hay más.

Nos leemos.

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