Como mis problemas técnicos siguen (y posiblemente sigan por un tiempo, el tiempo en lograr un sustituto decente a mi anterior PC) os dejo la tercera entrega de mis cómics más recomendados (evitaré decir “favoritos” porque me gustan cosas que no recomendaría, eso me lo guardo).

Esta entrega será más breve (quiero dormir y todo eso, caprichoso que es uno) y hablaré de un solo cómic. Más que nada es para darle algo de movimiento a todo esto.

Hasta ahora hemos hablado de Tintin, Watchmen y Goscinny (en la primera entrega) y de Superlópez, Maus y Ghost World (en la segunda). Y como hay que continuar ataco con la tercera desde ya mismo. Así que no me enrollo y empezaré por un de los cómics más importantes en mi tardo-adolescencia.

  • Fantástico multiambiental (¿esto es una etiqueta?)

SANDMAN (Neil Gaiman & otros autores)

Sandman fue durante mucho tiempo, y creo que con todo merecimiento, mi cómic favorito; pero para evitar avalanchas de compradores enfervorecidos en vuestra librería especializada antes os daré un par de advertencias. Sandman no es un cómic fácil de recomendar por dos motivos.

  • Su extensión. Más de 75 números y una cantidad reseñable de especiales y material extra que añadir a la colección.

  • Ha envejecido mal. Editado originalmente dentro de lo que sería el universo DC, primero, para aislarse luego en el recién creado sello Vertigo… Sandman tiene muchos problemas propios del cómic mainstream norteamericano de los 80 y parte de los 90. Una reproducción discreta y un ritmo de entrega importante (cosa que pasa factura, 24 páginas mensuales sí o sí)… Por eso cuando hoy en día vemos un cómic de Sandman hay que reconocer que es algo “viejo” y puede parecer descuidado para los estandares actuales de calidad gráfica. Con visos de solucionar este problema que no hacía justicia a una de las mejores series del siglo pasado se procedió a una versión Absolute, restaurada y con un color mejorado, para adecuarlo un poco más a los tiempos que corren. Esa edición justo ahora empieza a editarse en España (el primer tomo creo que salió por el Saló) pero como no la he visto me guardaré mucho de opinar sobre la misma (la edición Absolute yanqui me dio muy buena impresión cuando la hojeé, así que si está a la altura…).

Pero vamos, Absolute o no Absolute para muchos lectores Sandman seguirá siendo un cómic visualmente algo viejuno, y de larga extensión. Si aceptamos eso todo lo demás son buenas noticias.

El guionista, Neil Gaiman (para los neófitos, Gaiman es el autor de Stardust junto a Charles Vess o Buenos presagios compartiendo firma con Terry Pratchett), es el auténtico amo del cotarro, quien toma las decisiones y en quien recae el peso de la obra (peso compartido con multitud de dibujantes pero todos aceptamos que The Sandman es algo puramente Gaiman). Gaiman teje un universo muy particular sobre una familia que rige el universo en todos sus desginios. Ellos son Sueño (el protagonista), Muerte (uno de los personajes más queridos), Deseo, Desespero, Delirio y Destino (habría un séptimo hermano pero me lo callo que aquí no se sueltan spoilers). Estas antropomorficaciones de conceptos tan etéreos nos meten en una historia que si bien te atrapa por sí misma también es la excusa para hablar de las grandes cosas de la vida (el amor, la muerte, nuestros anhelos y todas esas cosas que nos hacen parecer sensibles cuando se las contamos a la chica de turno). Gaiman se muestra sumamente hábil y cómodo desarrollando una historia que a menudo resulta deliciosa y que, contrariamente a lo que podría parecer por su extensión y caracter heterogéneo, encaja perfectamente en un entramado sólidamente construido.

La Muerte de Sandman (dan ganas de morirse, la verdad)

La historia editorial de Sandman es algo curiosa, digamos que fue un bicho raro, acogido en el seno de la editorial y el universo DC (es decir, compartiendo espacio con gentes como Batman, Blue Beetle o Krypto el superperro y autores como George Pérez, Byrne o Englehart). Obviamente ese era un entorno extraño para una serie que nacería con unos evidentes tintes de terror gótico y enfoque adulto, a la estela de otros éxitos de crítica de la casa como Swamp thing o Hellblazer, cómics que no es que encajen muy bien en un universo de superhéroes. En ese equilibrio extraño se forja Sandman, pronto se dan cuenta que el cómic funciona pero a otro nivel al de los superhéroes, y por eso se creó Vertigo. Vertigo era el lugar donde DC daría cabida a esos tebeos más adultos, sin Comics Code de por medio (la remilgada autocensura que hacía que un tebeo fuera para todos los públicos) y olvidándose de los tíos con mallas. En este sello, Vertigo, encontraron acomodo grandes ideas y artistas, y The Sandman fue el buque insignia dejando paso a grandes colecciones posteriores como Transmetropolitan o Predicador(ahora lo sería Fábulas, pero no le llega ni a la altura de los zapatos) . Aún hoy en día el sello Vertigo goza de respetabilidad aunque coincidiremos en que su época dorada fue en los 90.

Después de unos inicios algo titubeantes Sandman va encontrando esa velocidad de crucero que toda serie necesita. El terror gótico inicial va quedando atrás a medida que se va profundizando en el universo mitológico que nos propone Gaiman, todo perfectamente encajado para dejar paso a una historia atractiva y fascinante, llena de posibilidades y secretos, historia que al mismo tiempo se encuentra preñada de múltiples microhistorias a cual mejor. La experiencia resulta especialmente gratificante para el lector atento que puede descubrir detalles para nada gratuitos, siempre hay algo que aprender en The Sandman (al igual que en Watchmen también es recomendable la versión anotada, pero mientras que en Watchmen la mayoría de secretos se encontraban encerrados en la propia historia The Sandman acaba siendo una obra mucho más referencial, con referencias históricas, a la cultura pop, a la mitología, o a lo que Gaiman considere oportuno que no es precisamente poco).

Además Gaiman se siente cómodo y libre, no recurre a una forma concreta de hacer las cosas si no que juega a sus anchas con este medio que es el cómic. La serie se divide en sagas e historias breves y cada una tiene una identidad muy acusada y diferenciada. Incluso en el aspecto gráfico ya que los cambios de dibujante son otra de las constantes.

Pero hablemos del aspecto gráfico al que antes he hecho referencia, he aquí un motivo de controversia alrededor de Sandman. Si ya os comentaba que la serie tiene un look viejuno más de uno me ha dicho “literalmente” que algunos números de Sandman están dibujados con el puto culo, hablando en plata. Pues joer, no, no es que estén mal dibujados, simplemente hay que reconocer que hay un trato muy desigual, irregular, absolutamente personal, y es fácil encontrar artistas que incluso provocan rechazo por ser claramente minoritarios. En ningún momento fue una serie abonada a los “hot artists” del momento (y casi mejor así). Y aún con esas creo que algunos dibujantes son excepcionales (a mí Dringenberg o Hempel me encantan), pero bueno… Reconozcamos que los dibujantes de Sandman son un punto conflictivo que no despiertan unanimidad alrededor de su figura aunque Gaiman siempre ha afirmado que trabajó con quien quiso y cuando quiso.

Contaré una anécdota personal. Cuando empecé a leer Vidas breves, una de las sagas de Sandman, mi desagrado hacia el dibujante de la misma era absoluto, me cabreaba ver algo tan mal dibujado, estaba profundamente indignado. Actualmente creo que Jill Thomson hizo un buen trabajo en esa saga, y no solo eso, es mi saga favorita. Todo es cuestión de ponerse el chip de #hoyvamosaleerthesandman y dejar de lado estas cosas.

Mención aparte merecen las portadas de Dave McKean, todas ellas maravillosas, portadas que ayudaron a popularizar los tebeos, es difícil no dejarse seducir por el trabajo de McKean (comprobadlo por vosotros mismos, Google -> Imágenes -> Dave McKean). Hoy en día Dave McKean quizás esté demasiado visto (no solo porque ya es un veterano, si no porque le han surgido una legión de imitadores) pero en su momento su simple nombre provocaba un respeto reverencial hacia uno de los mejores portadistas que uno se podía encontrar.

Pero venga, voy concluyendo. Yo animaría a todo el mundo a probar The Sandman , al menos los 20 primeros números, el tiempo necesario para saber si te gusta o no ya que es a partir de la saga “Estación de nieblas” que uno ve claramente si la serie le funciona, aunque a mí me convenció mucho antes, en “La casa de las muñecas” ya estaba rendido a Gaiman. Así que ya sabéis, por su extensión tiene su riesgo económico probar esta serie. Entiendo que es un producto de otra época al que muchos ya no se acercarán por motivos más que comprensibles, quizás su tiempo haya pasado. Pero si os gusta un poquito habreis dado en el blanco.

Y podríamos poner a Eduardo Manostijeras, ya puestos…

Nota- Es difícil etiquetar Sandman en un mundo dónde los Tokyo Hotel, los Emo o el rollo siniestro están partiendo la pana. Pensad que la cosa nació en los 80, no caigáis en una etiqueta que nadie se atrevió a ponerle en su momento, de hecho la comparación de su época apuntaba más hacia The Cure (y vamos, no me extraña, el parecido entre Robert Smith y Morfeo es evidente e intencionado). Lo que estoy seguro es que en caso de rodarse la peli de Sandman o Muerte (más de 15 años con el puto rumor) la comunidad gótico-emo-siniestra acudirá a verla como algo muy propio y los noticiarios de Antena 3 darán buena cuenta de ello, pero eso sería otra historia, y dudo que sea yo el que la cuente.

Y lo dejamos aquí por hoy, que no tengo tiempo para más, y además hay que racionarlo un poco.